Publicado en la edición impresa de la revista Caretas(4 de junio 2020)
George Floyd, ciudadano afroamericano asesinado por la policía de la ciudad de Minnesota fue arrestado luego que el vendedor de una tienda lo acusó de usar un billete falso de $20. El policía blanco Derek Chauvin, colocó su rodilla en el cuello de Floyd, secundado por otros tres policías. Aunque el uso de este protocolo no es necesariamente explícito en las fuerzas policiales, tampoco es clara su prohibición. Lo que sí corresponde a los protocolos de detención es que cuando la persona a ser detenida muestra signos de riesgo en su respiración, la relación con el detenido o sospechoso debe ser transformarse para considerarlo un "paciente", en términos médicos y así garantizar su vida. A pesar de ello, el policía blanco Derek Chauvin presionó su rodilla en el cuello de George Floyd, por 8 minutos y medio mientras clamó en cerca de 14 oportunidades que no podía respirar. Este hecho fue observado y apoyado por los otros tres policías blancos.
¿Por qué esos sucesos son un acto de brutalidad policial y ejercicio de supremacía blanca?
Brutalidad policial y supremacía blanca
La brutalidad policial como consecuencia directa de la ideología de supremacismo blanco se puede demostrar con información cualitativa y cuantitativa, la cual evidencia que, en casos similares o de real gravedad cometidos por personas blancas, no se suele aplicar esta violencia excesiva. Es la desproporcionalidad del uso de la violencia policial ante una intervención donde la persona a ser detenida está desarmada o no comete acciones que coloquen en riesgo a los efectivos policiales.
La brutalidad policial contra George Floyd, evidencia una mentalidad supremacista blanca porque las decisiones tomadas por los policías no fueron basadas en una situación de riesgo inminente sino en principios y valores que consideran que la vida de un hombre afroamericano no es indispensable.
Para las personas movilizadas en las calles de Estados Unidos, la muerte de George Floyd es también una expresión contemporánea de las acciones de linchamiento colectivo (lynching) ejecutadas por el Ku Klux Klan y supremacistas blancos que mataron colectivamente a cerca de 4,084 estadounidenses entre 1877 y 1960 en el sur de Estados Unidos, colgándolos en árboles, golpeándolos o quemándolos vivos. Según la National Association for the Advancement of Colored People, esta práctica nace principalmente para proteger a las mujeres blancas de supuestas violaciones sexuales, siendo el 72.7% de los ejecutados, hombres afroestadounidenses.
Según un estudio de la universidad de California un hombre afroamericano desarmado tiene 3.4 veces más chance de ser disparado por la policía, que hombres blancos. En ciudades como Utah, los hombres afroestadounidenses son el 1% de la población, pero conforman el 10% de los asesinatos policiales. El 17% de los hombres afroestadounidenses muertos por la policía estaban desarmados, así como el 15% de hombres latinos y en el 98% de los casos los policía no fueron procesados por los hechos así como lo evidencia el estudio “Mapeando la violencia policial” de Tonia Poteat.
Propuesta abolicionista
¿Cuál es la estructura social y estatal que apoya la combinación perversa del supremacismo blanco y la brutalidad policial?
Esta estructura es la descentralización del sistema criminal de justicia en Estados Unidos, el cual a diferencia de países de Latinoamérica no se rige por un Poder Legislativo y un Parlamento que aprueba Códigos Penales aplicables a nivel nacional. En Estados Unidos, cada estado, provincia o distrito tiene la potestad de aprobar sus propias leyes y protocolos. Así, algunos protocolos policiales extremadamente violentos, penados en algunos estados más democráticos o diversos, son aprobados en territorios donde predomina la mentalidad supremacista blanca.
Según prisonpolicy.com, existen 1833 cárceles en los estados, 110 cárceles nacionales, 1772, correccionales de menores, 3,134 cárceles locales, 218 centros de detención para inmigrante, 80 cárceles en territorios indígenas americanos, además de otros centros de detención, lo cual suma cerca de 7,000 cárceles. A esto se suman, 12,501 departamentos de policía, 3,000 departamentos de sheriff, 18,000 agencias de “law enforcement” (aplicación de la ley). Esta diversidad genera cerca de 27,400 microsistemas legales y de aplicación de justicia. Parte de este sistema está administrado por sectores privados e inversionistas que generan riqueza a partir de la fuerza de trabajo de gran parte de los 2.3 millones de estadounidenses encarcelados. La presencia de hombres afroestadounidenses encarcelados es desproporcional a su presencia demográfica en el país. Según The Sentencing Project, estos tiene 5.3 más chances de ser encarcelados que hombres blancos, cifra que se eleva de 10 a 1 en cinco estados dentro New Jersey, Vermont, and Wisconsin, Iowa, y también Minnesota donde fue asesinado George Floyd.
Es sistema, usualmente protege y exime de responsabilidad a los policías que criminalizan y asesinan a personas no blancas. Ante esto han surgido movimientos llamados abolicionistas que se basan en los mismos principios de los movimientos de abolición de la esclavitud. Sus líderes proponen que el abolicionismo moderno es una visión del mundo que reconoce que el sistema de riqueza y encarcelamiento está basado en la esclavitud y explotación de afrodescendientes e indígenas. Y que por ello se requieren abolir estos sistemas para crear nuevos, siendo uno de los puntos de partida la reforma del sistema de justicia que asesina y criminaliza a los afrodescendientes. La existencia de estos microsistemas complica el diseño de las estrategias que son microfocalizadas y por ello fáciles de dispersar y de lentos resultados.
El asesinato de George Floyd sucede en contexto de desesperación y angustia luego de las más de 100,000 muertes y 40 millones de desempleados debido al COVID-19. George Floyd representa a las miles de personas muertas por la inexistencia del sistema de salud estatal y por la necesidad de trabajar en situaciones de riesgo a pesar de la pandemia. Este sistema brutal que ha sido validado históricamente por el estado en aras de proteger a sus ciudadanos de supuestos criminales ha demostrado la falacia de su retórica capitalista y chauvinista.
Esta, la más grande movilización social ocurrida en Estados Unidos desde los años 60, muestra que es una época de cambios. Y es como antes, a costa de la sangre y vida de los afrodescendientes de la diáspora y de personas de otras razas y etnias comprometidas con generar nuevas estructuras donde haya respeto para todas y todos.
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